Lara Celeste
Madrid
11 de Marzo de 2024
Estos últimos cuatro meses han estado muy enfocados a "pensar la danza". Tanto mi entorno como yo, vamos de reflexión en reflexión temiendo ser juzgados por nuestras ideas y cambiando de parecer cada vez que otra persona opina algo diferente. Es un poco frustrante y exasperante, pero también es muy interesante y nutritivo.
Hemos intentado responder preguntas muy diversas, pero la que más me urge es ¿qué hace que una obra de danza sea buena?
Recopilando mi manera de percibirlo y aquellas cosas que he escuchado últimamente, diría que una obra es buena cuando tiene la capacidad de evocar algo, en un tanto por ciento muy alto de los espectadores. Una obra que te deja indiferente, a no ser que sea la intención de la obra, no le puede resultar interesante a nadie. Y sobretodo, nadie la va a recordar. Aquellas obras que te dejan atónito, que te sacan de tus casillas y que no puedes sacarte de la cabeza; esas son las buenas obras.
Creo que nuestra estructura mental se basa en el recuerdo. Aquellas cosas que son olvidadas por muchos, caen literalmente en el olvido. Aquellas cosas que son recordadas trascienden las generaciones. Esas son las obras que se reponen, se estudian, se representan y se denominan repertorio.
En una clase, hace poco, entendí que otro factor que da lugar a que una obra sea buena, es que tenga una buena iconografía. Aquella obra que vive bajo metáforas (que es como se crea y en lo que se basa el arte), se puede acercar a ser una buena obra. Todo aquello que entendemos como grupo y somos capaces de ver sin necesidad de hacer un gran esfuerzo mental, son los conceptos que almacenamos en el inconsciente colectivo. Es un término muy interesante que aprendí hace poco. Carl Jung lo define en su libro, Arquetipos e inconsciente colectivo.
Este inconsciente colectivo, que obviamente es cultural, son imágenes, saberes y conocimiento que guardamos de manera colectiva los seres humanos de una misma cultura o lugar. Con este tipo de herramienta juegan los buenos creadores. Hacer metáforas y referencias a elementos que el público conoce es muy útil, ya que nos sentimos mucho más conectados a aquellos que nos resulta familiar. Lo nuevo asusta y lo conocido se siente cercano.
En esa utilización de esta herramienta reside esa primera idea que planteé, quién recurre al inconsciente colectivo creando metáforas, llega a un lugar cercano para el público y le evoca algo. Que puede ser lo mismo, o no, que tú estabas intentando comunicar. Muchas veces el público interpreta algo totalmente distinto a lo que era tu intención -como creador- y eso es también parte del proceso y de la obra.
Yo creo que es muy subjetivo cuáles llegan a ser tus obras recordadas y sobretodo cuáles te llegan más o menos dentro. Pero hay obras universales que no dejan indiferente a nadie o incluso que no envejecen. Y esas son las que deberíamos estudiar a fondo.
AUTORÍA:
Lara Celeste.
Bailarina.
laracelestemartsan@gmail.com
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